“No hay mal que por bien no venga”, asevera el sabio refrán…
Como seguro que sabes, la tecnología ha propiciado (entre otras cosas) la desaparición del currículum vitae en papel tal como lo conocíamos hasta ahora. Nos ha obligado a todos aquellos que buscamos empleo, clientes, o simplemente a quienes pretendamos “estar en la pomada” cultivar el desarrollo nuestra marca personal. Y… ¡Esto es perfecto!
Nunca antes habíamos tenido el conocimiento de nosotros mismos que tenemos ahora. Tampoco tanto que contar, tanto que compartir. Para existir, ya no rige el famoso postulado que realizara Descartes… “Pienso, luego existo”. Si el filósofo viviera en esta nueva era, afirmaría algo más parecido a… “Aparezco en los resultados de Google, luego existo”. La tecnología nos ha creado una necesidad absoluta de diferenciarnos, y de hacerlo en un ecosistema virtual. A consecuencia de esto, se ha generado también la necesidad de que desarrollemos nuestras competencias digitales. Por suerte (de ahí la referencia al título) contamos con un escenario cada vez más idóneo para alcanzar estos objetivos. Insisto, ¡esto es perfecto!. Probablemente si los cambios no hubieran sido tan frenéticos y de obligada adaptación, nos hubiéramos tomado aprender a utilizar las herramientas digitales como una opción. Y es que desde que nos vimos con un ordenador, o con un móvil en las manos, hasta no concebir una vida sin ellos ha pasado relativamente muy poco tiempo, y prácticamente lo hemos integrado en cada una de nuestras acciones sin darnos cuenta…
Y, sin darnos cuenta también, a los profesionales la tecnología nos ha hecho despertar, aprender continuamente, sentirnos vivos, ser proactivos para no quedarnos atrás, y lo más importante, nos ha dado la oportunidad de dejar de decir y poder demostrar… Sin extenderme más en lo perfecto que es todo esto, quiero describiros como podemos utilizar nuestra marca personal para desarrollar nuestras competencias digitales.
- Conocimiento digital. A través de nuestra marca personal podemos desarrollar esta competencia trabajando en hasta tres dimensiones: la capacidad de adquirir conocimientos tecnológicos, la capacidad de crear conocimiento, y la capacidad de compartirlo. No hace mucho nos limitábamos a “pintar” cuáles son nuestros conocimientos en un currículum sin dar posibilidad alguna al reclutador de poder comprobarlo más allá de la entrevista de selección o algunos test. Ahora tenemos la opción de generarlo y compartirlo en la red a ojos de todo aquel que le interese. En definitiva, nuestro conocimiento ha pasado de ser una frase plana en un papel, ha poderse palpar. Por lo tanto, es el momento, de que seleccionemos aquellos dispositivos, medios y herramientas que nos pueden ayudar a aprender conocimientos digitales, a crearlos y… ¡por supuesto a compartirlo!.
- Gestionar la información. En este punto, la premisa ha de ser muy clara: mejor calidad que cantidad. Pero entendamos mejor que supone esta competencia en nuestro desarrollo profesional… Vivimos una era en la que la información parece que está en el aire, es masiva. Gestionar la información supone saber identificarla, analizarla, gestionarla y almacenarla adecuadamente. Para el profesional de hoy, esta competencia es fundamental… Se encuentra íntimamente ligada a nuestra productividad y eficiencia. La desarrollamos en nuestra marca personal cuando somos capaces de identificar la información que aporta valor en nuestro ámbito profesional en tiempo real, y de manera deslocalizada, desde cualquier dispositivo y/o lugar. Si además somos capaces de optimizarla y compartirla en herramientas como la nube para que otro profesional pueda acceder a ella sin dificultad y de la misma forma…. Entonces, insisto ¡esto es perfecto!
- Comunicación digital. No están diciendo hasta la saciedad que lo que no se comunica no se sabe, y es cierto. En la comunicación es donde la tecnología se reserva su principal filón. Los medios digitales han logrado (aún no en todos los casos, cierto) transformar los entornos virtuales en una inmejorable oportunidad para crear conversaciones y generar opinión. Debemos aprovechar los medios digitales para comunicar quien somos, pero no solo esto… Debemos utilizarlos, con más energía si cabe, para establecer sinergias. Conocer a otros profesionales que nos aporten valor, posibles clientes y empleadores, nunca había sido tan fácil como hasta ahora. Si antes para que una empresa te conociera, debías enviar tu currículum o tener un conocido en la organización ahora puedes participar en un grupo donde todos los agentes interactúes y participéis a partes iguales.
- Visión estratégica digital. Esta competencia contribuirá al refuerzo de nuestra marca personal como la capacidad que tendremos de anticiparnos y visionar aquellas oportunidades que nos está brindando el mundo digital para desarrollarnos y crecer en el ámbito profesional. Y, de igual modo, proporcionarnos una actitud más resolutiva ante las posibles amenazas que puedan surgir.
- Aprendizaje continuo. La “niña de mis ojos”… Nunca es suficiente. Esta es la afirmación que podría definir el aprendizaje en esta nueva era. ¿Por qué? Porque de lo novedoso y creativo a lo obsoleto pasan microsegundos en el ámbito profesional. Hoy en día, si pretendemos ser competentes y creativos necesitamos adoptar una filosofía de “LongLife Learning”… (el “sempiterno aprendiz”, lo llamo yo en mi fuero interno…). Si antes éramos los mejores en nuestra área y ocupábamos puestos de dirección, mañana podemos estar desfasados y pasar a ocupar un puesto de mando intermedio. Esto una realidad. Las carreras profesionales serán cada vez más liquidas. Necesitamos fortalecer la autogestión de nuestra formación, crear itinerarios a nuestra medida, en función de nuestros intereses, y siempre alineados con nuestra marca personal…
- Trabajar en red. Ya sabemos que vamos a trabajar en entornos de trabajo más flexibles, deslocalizados, con profesionales quizás de distintos ámbitos geográficos, con los que debemos de compartir información, comunicación y también tareas. No es esta realmente la cuestión importante. Lo esencial es detectar si seremos realmente igual de productivos, ¿por qué no más?, con esta nueva forma de trabajar. ¿Cómo podemos empezar a comprobarlo? Comienza gestionando tus objetivos y tareas a través de las numerosas herramientas digitales ya disponibles hoy para trabajar en red, y hazlo de forma colaborativa con otros profesionales.
- Liderazgo en red. La figura del directivo se difumina con el uso de las tecnologías en según qué ámbitos… Las organizaciones son hoy mucho más abiertas, y el trabajo por proyectos es ya una realidad. No es ya una utopía ocupar un puesto de líderazgo en un proyecto determinado. Pero lo que es indudable es la necesidad de contar con un buen número de destrezas digitales que te avalen. Poder ser capaz de comunicarse, analizar esas conversaciones, y desarrollar inteligencia emocional capaz de motivar y transmitir valores y misiones. ¡Todo ello en un marco digital de relaciones! Trabajar en red, y ser capaz de gestionar equipos en este escenario usando las herramientas tecnológicas adecuadas, es lo que “apuntalará” tu liderazgo en el proyecto. Gracias a nuestra marca personal, y los contactos que puedan surgir a través de la red, tenemos al alcance de nuestra mano la posibilidad de convertirnos en líderes y gestionar grupos de trabajo con los que colaborar, compartir ideas e innovar.
- Orientación al cliente. Para esta competencia debemos desarrollar con nuestra marca personal, acciones de puro marketing. No basta con leer el periódico, o mirar las noticias para saber hacía donde se dirige el mercado, e intentar reorientar nuestra carrera. Es necesario realizar trabajo de campo, debemos involucrarnos en las redes donde están nuestros clientes, competencia, empleadores y otros profesionales, y ser capaces de analizar y monitorizar estas conversaciones, para detectar cuáles son las necesidades del mercado y ajustarnos a él. Calibrar nuestra marca personal y adaptarla al mercado mientras que optimizamos nuestra reputación digital constituye hoy en día uno más de los caminos hacia el éxito.
Por todo esto, es por lo que creo… ¡Esto es perfecto!
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